No confundir RFD con la Real Federación de Dardos; en este caso, denominamos RFD a Rate of Force Development o fuerza producida por unidad de tiempo, lo que comúnmente llamamos potencia.
En el artículo anterior vimos la curva fuerza – tiempo y fuerza – velocidad en esta vamos a hablar sobre la pendiente de dicha curva. Lo primero que tenemos que entender es que cada curva tiene infinitas pendientes.
En nuestro caso, en la curva fuerza – tiempo, cada pendiente será el valor de la relación entre la fuerza aplicada y el tiempo necesario para alcanzarla . Esto lo podéis apreciar en la siguiente imagen.
Al margen de esta pequeña broma, hoy vamos a analizar la pendiente máxima de la curva fuerza – tiempo (RFD) y como entrenarla.
Un deportista tendrá una fuerza máxima para cada carga y por tanto una RFD máx para dicha carga. Pero sólo tendrá una RFD específica o útil que es característica del gesto de competición y que es directamente dependiente del rendimiento en competición. Si aumenta la RFD específica es que ha mejorado el rendimiento y viceversa. Para entender como entrenaríamos esto, pensad en un/a velocista; él/ella suele realizar sentadillas en su entrenamiento y mejora la fuerza en las sentadillas pero no mejora el rendimiento en carrera, por tanto, no habría aumentado su RFD específica, o lo que comúnmente se ha llamado transferencia a la competición. Esto puede deberse a que el ejercicio escogido o las variables de entrenamiento seleccionadas no han sido adecuadas.
Entonces, ¿cómo entrenamos? Como dijo en su momento Peter Drucker: “Todo lo que se mide se puede mejorar”. Por tanto, necesitamos medir nuestro entrenamiento y ver la variaciones en el mismo a corto, medio y largo plazo.
Por ello, tenemos que conocer qué es la programación del entrenamiento: Es la expresión de una serie ordenada de esfuerzos que guardan una relación de dependencia entre sí (D.R.A.E.). Como dice el Dr. Glez-Badillo: los entrenadores somos dosificadores de fatiga.
Normalmente hemos venido usando la 1RM (la carga máxima que hemos podido desplazar en un ejercicio determinado – 1 repetición máxima) para conocer el esfuerzo del deportista, esto es debido a que eran la carga y las repeticiones las únicas variables que éramos capaces de medir. Sin embargo, esto supone varios problemas:
Por tanto, si la 1RM no representa una medición exacta del esfuerzo realizado por el deportista, ¿cómo valoramos el esfuerzo real?
El esfuerzo es el grado real de exigencia en relación con las posibilidades actuales del sujeto: carácter del esfuerzo (CE). Es decir, el carácter del esfuerzo es la relación (diferencia) entre lo que hace el deportista y lo que podría hacer.
Por tanto, dado que lo que se programa cada día es un determinado grado o carácter del esfuerzo, la solución adecuada para la estimación y dosificación de la carga estaría en ser capaces de medir de manera precisa dicho grado o carácter del esfuerzo. Esto se consigue si conocemos dos indicadores de la carga:
- El Grado de Esfuerzo que representa la primera repetición de una serie
- El Grado de Esfuerzo que representa la pérdida de velocidad dentro de la serie
Para estimar el primero de estos indicadores es necesario conocer la velocidad de cada porcentaje de la RM
Para estimar el segundo es necesario conocer el porcentaje de pérdida de velocidad dentro de la serie y su efecto mecánico (pérdida de velocidad ante una misma carga) y metabólico (grado de estrés) con el fin de validar la fatiga, como expresión del grado de esfuerzo, generada por la serie o la sesión de entrenamiento.
Bien, ahora seguro que me querréis preguntar cómo medimos el grado de esfuerzo, la velocidad, el carácter del esfuerzo… Próximamente en #ElCornerdeCarlosArenas
Bibliografía:
J.J Glez-Badillo: Curso de Nuevas tendencias en el entrenamiento deportivo. Huesca 2013.
Juan Ramón Heredia: Webinar G-SE. 2015