La pasada semana tuvimos el placer de entrevistar a uno de los investigadores nacionales con mayor proyección, Francisco Amaro, recientemente galardonado con el premio a la mejor tesis doctoral del mundo en 2020 por la British Journal of Sport Medicine. (Podéis escuchar dicha entrevista en nuestro canal de PODCAST en Spotify e Ivoox).
El Dr. Amaro nos comentaba los principales hallazgos de dicha tesis que gira entorno a la proteína Klotho, considerada un biomarcador del envejecimiento y la prevalencia de enfermedad cardiovascular (Navarro-González y cols., 2014, concluían que aquellos sujetos con menores niveles de expresión de la proteína Klotho presentaban un desarrollo más acelerado y marcado de la enfermedad coronaria).
En su tesis, confrontaban diferentes tipos de entrenamiento (pautas de actividad física recomendada, entrenamiento interválico de alta intensidad y entrenamiento interválico + electroestimulación global) en adultos sedentarios de mediana edad, presentando como principales resultados que dicha proteína puede ser modulada por el ejercicio físico y que los programas de ejercicio con mayor intensidad resultaron ligeramente mejores.
Este hecho es muy importante, ya que gran parte de la población no cumple las exigencias de ejercicio físico recomendadas semanalmente, siendo la falta de tiempo uno de los principales escollos que se presentan, pero, no sólo es cuestión de volumen, sino que la intensidad a la que nos ejercitamos es clave para mejorar los procesos de envejecimiento.
No es el único estudio que nos habla de la importancia de la intensidad, pues si nos adentramos en las teorías no estocásticas sobre longevidad encontramos también que el entrenamiento de fuerza a alta intensidad en mujeres reduce la senescencia celular (Cao Dinh et al. 2019) entendiendo por senescencia el deterioro funcional que experimenta el sistema inmunitario con el envejecimiento, con la relación que éste tiene con diferentes enfermedades neurodegenerativas, autoinmunes, etc.
Además, otro de los marcadores principales en cuanto a capacidad funcional se refiere, el VO2 max, se ve muy favorecido en aquellas personas que realizan ejercicio de forma habitual, ya que muestran valores mayores de VO2max que la población general a cualquier franja de edad (Valenzuela et al. 2019).
Y si hablamos de marcadores de longevidad, no podemos dejar de citar a nuestros telómeros, estructuras que se encuentran en los extremos de los cromosomas que protegen nuestra información genética durante la división celular. Su acortamiento, condicionado por la genética, y nuestro estilo de vida, determina la longevidad y la salud del organismo (Castillo, A. Blog FISSAC), siendo su acortamiento un riesgo de desarrollar enfermedades crónicas. Y sí, el aumentar el tiempo que pasamos sedentarios, es capaz de acelerar por 4 los procesos de envejecimiento, medidos en ese acortamiento telomérico (Shadyab et al. 2017).
Además, intervenciones de entrenamiento con propuestas de trabajo de resistencia a moderada y, nuevamente, alta intensidad aumenta la longitud de los telómeros, atenuando el proceso de envejecimiento celular (Werner et al. 2018).
Es por ello, que no sólo es necesario comprender que debemos realizar ejercicio físico de forma regular para atenuar los efectos del envejecimiento, sino que es preciso entender que no sólo hay que prestar atención a moverse, sino al cómo moverse, por que la intensidad de trabajo es importantísima para mejorar nuestra salud a largo plazo, mejorar nuestros niveles de proteína Klotho, reducir la senescencia y el acortamiento de los telómeros.
Pues cómo dice Ashley Montagu: “la idea es morir joven lo más tarde posible” o, si lo prefieren, “morir joven, a los 140 años” como titula nuestra investigadora nacional Maria A. Blasco en un más que recomendado libro sobre el papel de los telómeros en el envejecimiento.
BIBLIOGRAFÍA
1.Amaro-Gahete FJ. Exercise training increases levels of the anti-ageing Klotho protein: health-related cardiometabolic implications. The FIT-AGEING randomised controlled trial (PhD Academy Award). British Journal of Sports Medicine 2020;54:1233-1234.
2. Cao Dinh H, Njemini R, Onyema OO, Beyer I, Liberman K, De Dobbeleer L, et al. Strength Endurance Training but Not Intensive Strength Training Reduces Senescence-Prone T Cells in Peripheral Blood in Community-Dwelling Elderly Women. Journals Gerontol – Ser A Biol Sci Med Sci. 2019;74(12):1870-8.
3. Navarro-González JF, Donate-Correa J, Muros de Fuentes M, Pérez-Hernández H, Martínez-Sanz R, Mora-Fernández C. Reduced Klotho is associated with the presence and severity of coronary artery disease. Heart. 2014 Jan;100(1):34-40. doi: 10.1136/heartjnl-2013-304746. Epub 2013 Oct 28. PMID: 24165855.
4. Shadyab AH, Macera CA, Shaffer RA, et al. Associations of accelerometer-measured and self-reported sedentary time with leukocyte telomere length in older women. Am J Epidemiol. 2017;185(3):172-184.
5. Valenzuela PL, Maffiuletti NA, Joyner MJ, Lucia A, Lepers R (2019) Lifelong Endurance Exercise as a Countermeasure Against Age-Related VO2max Decline: Physiological Overview and Insights from Masters Athletes. Sports Medicine. Dec 24. doi: 10.1007/s40279-019-01252-0.
6. Werner CM, Hecksteden A, Morsch A, Zundler J, Wegmann M, Kratzsch J, … & Böhm M. (2018). Differential effects of endurance, interval, and resistance training on telomerase activity and telomere length in a randomized, controlled study. Eur Heart J, 40, 34-46.