Las lesiones son algo con lo que desgraciadamente tenemos que lidiar durante nuestra vida en una o varias ocasiones, y a veces estas lesiones provocan en nosotros modificaciones que se mantienen a largo plazo.
Este hecho mejor se entiende mejor si hablamos sobre los tres componente indivisibles que componen una lesión, el componente biológico que se refiere a aquellos aspectos biológicos que componen la lesión (como por ejemplo; la inflamación, la remodelación del tejido, etc), el componente psicológico que se refiere a aquellos aspectos relacionados con el comportamiento del individuo y su interacción con el entorno (como por ejemplo; el miedo al movimiento, la ansiedad generada por la situación, el estrés de tener que lidiar con una situación desagradable, etc) y el componente social que se refiere a como nuestro entorno, estatus social y entorno modifica nuestra forma de afrontar una lesión (como por ejemplo; tener un entorno sobreprotector, tener una mala estabilidad económica, etc.).
Estos tres componentes son lo que conocemos como enfoque ‘BIOPSICOSOCIAL’, estos son indivisibles y como tal deben de ser entendidos. Para clarificar esta palabreja veamos un ejemplo; Marta es una chica que ha sufrido un esguince de segundo grado cuando entraba en el gimnasio por primera vez, acude al médico y este inmoviliza por completo desde la mitad del pie hasta la mitad de la tibia (hoy en día ya sabemos que la inmovilización no es una opción ante una lesión y menos que no implique fractura).
Además, de la inmovilización la familia de Ana, en su intento de ayudarla, no la dejan hacer absolutamente nada en casa (aumentando la frustración de Ana sin saberlo). Cuando ha pasado el tiempo pertinente determinado por su médico (normalmente de 2 a 5 semanas), retiran la escayola a Ana y nos encontramos con:
– Pérdida de masa muscular en la zona afectada
– Desacondicionamiento a cualquier actividad
– Miedo a realizar movimientos con el tobillo
– Pérdida de movilidad en la articulación
La pregunta que nos podríamos hacer es; ¿qué factor es el más importante en una recuperación una vez que se ha resuelto el factor biológico? Pues la respuesta debe de ser enfocada desde la misma lupa que hemos explicado anteriormente (recuerda ‘biopsicosocial’), por un lado, debemos de informar a la familia de que el tobillo de Ana se ha recuperado perfectamente, y como tal, deben de dejar que poco a poco Ana vaya recuperando su actividad natural.
Por otro lado, debemos de enseñar a Ana en primer lugar que la actividad es lo que la ayudará a recuperar unos niveles óptimos en su articulación, en cuanto a fuerza y movilidad y en segundo lugar deberemos de guiar a Ana en el proceso de recuperación para ayudarla a gestionar el miedo inherente a realizar movimientos con el tobillo y por otro lado a recuperar la actividad física.
¿QUÉ ES EL MIEDO? ¿POR QUÉ ES IMPORTANTE PARA RECUPERARNOS DE UNA LESIÓN?
Cuando necesitamos la definición de una palabra lo normal es acudir al diccionario de la real academia española, esta institución define el miedo como: ‘Perturbación angustiosa del ánimo por un riesgo o daño real o imaginario’. Aquí hay varios aspectos a destacar, por un lado, tenemos que es una perturbación en nuestro estado emocional que genera angustia y por otro lado tenemos que es generado por un riesgo o daño real o imaginario.
Muchos de nosotros cuando leemos esta definición solemos pensar que nos están llamando locos o que nos estamos inventando nuestro miedo (algo parecido a lo que ocurre cuando nos explican que el dolor nace en el sistema nervioso central), sin embargo, esto no es así.
Para comprender algo mejor porque algo imaginario puede darnos miedo tenemos que comprender como funciona nuestro sistema nervioso central (al que a partir de ahora llamaremos sistema) (sin entrar en tecnicismos extraños), nuestro sistema funciona haciendo continuamente predicciones de que va a pasar a continuación en función de lo que estamos haciendo y en función de lo que ha aprendido en actividades parecidas, además de la información que obtiene de recuerdos y experiencias pasadas, esto se conoce como inferencias bayesianas o si queremos simplificarlo, como nuestro sistema ‘cree’ predecir lo que va a pasar.
Veamos un ejemplo de esto utilizando a Ana; Ana se lesionó en la entrada del gimnasio, por tanto, las asociaciones que presumiblemente hará nuestro sistema son:
– Gimnasio = Daño
– Realizar ejercicio físico= Daño
¿QUÉ HAY DE CIERTO EN TODO ESTO?
Pues si nos moviésemos en procesos lineales, cada vez que fuésemos al gimnasio nos haríamos daño en el tobillo, sin embargo, nuestra realidad es algo más compleja. Para que se de una lesión deben de darse una serie de factores que cada momento que pasa son diferentes, sin embargo, eso a nuestro sistema le da un poco igual y como ya tenemos esa asociación ‘Gimnasio = Daño’ le importa bien poco la complejidad de las situaciones.
Por ello, cada vez que Ana vaya al gimnasio, nuestro sistema despertará tocará la campana también conocida como amígdala o ‘centro del miedo’ y esta comenzará a despertar una cascada de reacciones que desencadenarán en aumento de la frecuencia cardiaca, aumento de la sudoración, aumento de la tensión arterial, dilatación de las pupilas, entre otras respuestas (las mismas sensaciones que cuando nos encontramos justo antes de caer en una montaña rusa).
¿QUÉ HACEMOS CON ESTO PARA PODER RECUPERAR NUESTROS NIVELES DE ACTIVIDAD PREVIOS A LA LESIÓN?
Hay una frase muy famosa que dice; ‘La materia ni se crea ni se destruye, solo se transforma’ pues bien, con el miedo ocurre lo mismo, pero para ello debemos de conocer cual es el origen de ese miedo, ya que conocer el origen del miedo es la única opción de convertir el miedo en un estímulo positivo.
Una vez conocemos el origen de ese miedo (por ejemplo; en el caso de Ana podría ser lesionarse de nuevo al empezar a hacer ejercicio físico), debemos de exponernos a pequeñas píldoras de ese miedo para que poco a poco, nuestro sistema vaya dejando de sonar la campana (amígdala) y comencemos a disfrutar de la actividad que tan peligrosa nos resultaba.
Para terminar, me gustaría destacar una frase del libro ‘El libro que tu cerebro no quiere leer’, la cuál dice: ‘Superar nuestros miedos resulta estimulante y beneficioso para el organismo porque el miedo nos saca de nuestra zona de confort. En dosis adecuadas, el miedo nos motiva y juega un papel fundamental en la felicidad, puesto que nos enseña aquellos aspectos de la vida que no hemos aprendido a disfrutar (todavía)’.
Si necesitas ayuda para gestionar y afrontar el miedo, ponte en manos de un equipo de profesionales, ellos te ayudarán a superarlos y a generar la mejor versión de ti mismo.