EL ENVEJECIMIENTO Y EL EJERCICIO FÍSICO EN LA TERCERA EDAD (I)

EJERCICIO FÍSICO EN LA TERCERA EDAD

A lo largo del siglo pasado, la población española, englobada dentro de la Tercera Edad, ha experimentado un aumento significativo, habiéndose multiplicado la tasa de mayores de 65 años por 7 y la de octogenarios por 13.

 
La  intensificación a medio plazo de este envejecimiento generalizado de la población, que sugieren todas las proyecciones demográficas, han encendido las señales de alarma sobre la sostenibilidad futura de los sistemas sanitarios.
 
Es necesario saber que a partir de los 45 – 50 años, el cuerpo entra en una espiral de deterioro físico inevitable.  Pero antes de  explicar qué factores físicos cambian, tenemos que definir el término “fragilidad”, ya que este engloba los factores del proceso de envejecimiento:
 
Fragilidad es un término que aún no está bien definido. Expertos llegaron a un consenso a principios de 2013 (Rodriguez Mañanas L. y cols, 2013) donde el término fragilidad debía abarcar 6 aspectos importantes (rendimiento físico, incluyendo velocidad de la marcha y movilidad, estado nutricional, salud mental y cognición) pero no llegaron a una definición operativa. Sin  embargo, ese mismo año tuvo lugar otro consenso (Morley JE, 2013) donde se definió un tipo de fragilidad, la fragilidad física:
 

“Síndrome médico provocado por múltiples causas que se caracteriza por una disminución de la fuerza, la resistencia y una reducida función fisiológica que aumenta la vulnerabilidad del sujeto en cuanto a presentar una mayor dependencia y/o muerte”.
 

Una vez aclarado el término, paso a enumerar algunos de los factores físicos que sufren deterioro con la edad:

  • Discapacidad física (baja velocidad de marcha, cansancio, baja fuerza en la presión manual).
  • Pérdida de peso.
  • Baja actividad física.
  • Disminución de la capacidad de realizar actividades de la vida diaria (AVD).

 

Todo ello se une al principal síntoma del envejecimiento que es la pérdida de masa muscular (sarcopenia).
 
Recientemente se ha encaminado el trabajo de mejora de la calidad de vida hacia un entrenamiento multicomponente, es decir, entrenamientos en los que se trabaja fuerza, resistencia y equilibrio.
 
Estas intervenciones parecen ser la mejor estrategia para mejorar la marcha, equilibrio y fuerza, así como reducir el riesgo de caída en ancianos, manteniendo su capacidad funcional durante el proceso de envejecimiento.
 
El objetivo principal del entrenamiento en la vejez está destinado a dotar a la persona de independencia y autonomía de vida, mejorando su capacidad funcional y permitiéndole realizar sus actividades básicas de la vida diaria (ABVD) de la forma más eficaz y eficiente posible.

 

Una vez conocidos los efectos del envejecimiento y las posibilidades de entrenamiento, seguiremos en el siguiente post con las recomendaciones y precauciones que desde ENSA consideramos que son las principales a tener en cuenta para esta población especial. Para ello tendremos en cuenta variables tales como la intensidad, el volumen y la frecuencia de entrenamiento ideales en esta población.
 
Post escrito por: Domingo Caballero Ginés
                             Entrenador Personal ENSASPORT

BIBLIOGRAFÍA

  • Effects of populating aging on health care expenditure: myths and facts. D. Casado Marín
  • John E. Morley y col (2013). Frailty Consensus: A Call to Action. The Journal of Post-Acute and Long-Term Care Medicine.
  • Lusa Cadore, E; Rodríguez-Mañas, L; Sinclair, A; Izquierdo, M (2013). Rejuvenation Research
  • Izquierdo, M., Lusa Cadores, E., Casas Herrero, A. 2014. Kronos.