Afecciones más comunes durante y tras el embarazo.
¿Por qué no combatirlas?
Hoy en día, aún escuchamos frases como “No cojas peso que estás embarazada”, “Ahora con el embarazo necesitas estar tranquila en casa” o, la mejor de todas, “¿Entrenar? ¿Pero no estabas embarazada?
Desde la aparición de la especie humana en la tierra, la mujer ha sido la encargada de traer a generaciones y generaciones, y hasta ahora sigue haciéndolo en un pensamiento general de que es su papel, es para lo que ha sido creada…pero, ¿por qué no podemos hacer que este proceso sea, más que una cuenta atrás esperando, una aventura donde día a día se haga lo posible por conseguir traer al mundo a tu bebé sin que ninguno de los dos se enfrente a más complicaciones de la cuenta?
Cierto es que aún no hay tanta documentación como nos gustaría, pero sí que la existente se posiciona a favor de una rutina de actividad física supervisada durante y tras el período gestacional.
¿Por qué? Porque un embarazo, como ya he dicho, no son 9 meses de mirar el calendario, sino que es un periodo en el cual, semana a semana, el cuerpo de la mamá va cambiando; se enfrenta al peso extra del bebé, a moverse con él; tiene una barriga que, poco a poco, le va poniendo más difícil ciertas acciones del día a día, simplemente mantener el equilibrio deja de ser una tarea sencilla con el paso del tiempo; pero no sólo eso, adquieren una frecuencia cardíaca diferente, el apetito cambia, la energía y el cansancio durante el transcurso de los días también.
A continuación, expongo las afecciones más comunes durante y tras este período, y cómo el ejercicio puede ayudarnos a combatirlas.
En 2014, la última recopilación de datos del Instituto Nacional de Estadística nos dice que hubo 427.595 nacimientos en España; es decir, 427.595 embarazos que finalizaron, obviamente, sin ningún aborto. Casi 36000 embarazos de media al mes en nuestro país (INE, 2014); y si buscamos en algunos portales destinados a madres o futuras madres acerca de encuestas sobre práctica de ejercicio durante el embarazo, dejando de lado que no hay fuentes más fiables, encontramos que un escaso porcentaje responde sí a la actividad física durante este periodo. Cuando nos ponemos a buscar información, la práctica de actividad física puede tener beneficios sobre muchas variables, pero si nos vamos a lo que realmente importa en nuestras madres, el bienestar general, tanto físico como psicológico, encontramos unos resultados muy a favor del ejercicio físico (además de clases de preparación al parto y educación parental) incluso con un programa de tan solo 8 semanas (Emily Norman, Margaret Sherburn, Richard H. Osborne, Mary P. Galea, 2010).
Repasando publicación por publicación, podemos redactar una lista de las afecciones más comunes durante el embarazo, pues, al fin y al cabo, ¡son dos vidas en un solo cuerpo! Corresponde a:
Faja lumbo-abdominal
Con respecto al sistema musculo-esquelético, nos centramos en la faja lumbo-abdominal. Por un lado, nos situamos en la zona lumbar y nos encontramos que, durante el segundo y tercer trimestres del embarazo la curvatura lumbar aumenta, así como el la aparición de dolor en esta zona, normalmente debido al aumento de peso que provoca el crecimiento del bebé y las adaptaciones que ocurren en el cuerpo de la futura mamá. Esa misma razón provoca también una menor estabilidad, pues el centro de gravedad ahora se adelanta y continuamente estará compensando ese peso con la zona lumbar (Hyunju Yoo, Doochul Shin, Changho Song, 2015). En general, el cuerpo reacciona con un mayor requerimiento de la cadena posterior, que ya de por sí en mujeres no embarazadas posee menores valores de fuerza; además, la mamá está continuamente encorvada y esta nueva postura requiere de una rutina nueva, que incida, entre otros, en un trabajo de aproximadores escapulares (trabajando también el Síndrome Cruzado Superior) y una buena re-educación postural con respecto a nuestros hombros, así como despertar sobretodo los glúteos y los isquiotibiales dormidos, para poder ir compensando el aumento de la curvatura lumbar, reduciendo así el dolor gracias al reparto de la carga.
También dentro de esta faja nos encontramos con el fenómeno de la diástasis abdominal; este no es más que la separación de los rectos del abdomen con el correspondiente aumento de la fascia de la línea alba. La presión progresiva que causa el aumento del feto provoca en un abdomen débil este problema, que durante el embarazo puede causar bastante dolor, y en el post-parto dificultará una correcta activación de nuestros rectos del abdomen, haciendo visible esa separación. No se trata solo de un mal estético, una gran diástasis puede favorecer a la aparición de una hernia abdominal, en un tejido ahora más débil, cuando realizamos un esfuerzo, pues los rectos del abdomen no pueden cerrar esa faja que los mantiene envueltos. Necesitamos, tanto en el embarazo como en el postparto, un trabajo de nuestra faja abdominal, empezando por nuestro suelo pélvico (que no es solo para evitar esas pequeñas incontinencias), y terminando por los rectos del abdomen; desde los Kegels a conseguir mantener un ritmo de respiraciones durante los ejercicios, así como en el día a día cogemos las bolsas de la compra o levantamos a nuestro bebé.
Zona pélvica
Y, aunque parezca un mal menor, la Incontinencia Urinaria está presente en el día a día de nuestras mamis, pero no solo por el embarazo; la debilidad del suelo pélvico está presente en la mayoría de las mujeres, hayan estado o no embarazadas. En un estudio en 2014 con 413 participantes (gestantes) acerca de la Incontinencia Urinaria (IU) y Suelo Pélvico nos dice que la IU post-parto es más probable en mujeres que ya la tenían durante el embarazo (70%), que aquellas que lo desarrollan una vez dan a luz (30%); y, como es obvio, más prevalente en los partos naturales que en las cesáreas. A los 6 meses de haber dado a luz, aún el 6,9% seguí padeciendo de IU (S. Martín Martín, R. Calvo González, 2014).
Siguiendo en la zona pélvica, nos encontramos otra de las molestias más comunes en las mujeres embarazadas, el dolor e inestabilidad pélvica. Esto puede ser por un dolor en la sínfisis púbica (zona anterior), o entre el sacro y las crestas ilíacas, que puede extenderse hacia los muslos. Hasta ahora se ha asociado a las hormonas como la relaxina y progesterona que, al aumentar durante el embarazo, favorecen una mayor laxitud articular; pero también debemos dar importancia a la biomecánica, y sobre todo a la lógica, nuestra pelvis debe adoptar el tamaño y acompañar los movimientos que el bebé requiere, por lo que vamos a encontrarnos con una pelvis más móvil a lo que vemos en mujeres no embarazadas. En 2012, el 64,7% de mujeres españolas embarazadas reportaron esta molestia, y se asoció a un mayor índice de masa corporal, a un estado más avanzado del embarazo y a mayor puntuación en las encuestas sobre depresión (Francisco M. Kovacs, Emma Garcia, Ana Royuela, Lourdes González, Víctor Abraira, and the Spanish Back Pain Research Network , 2012). ¿Podríamos asociar a estas mujeres con depresión con un menor nivel de actividad diaria? Probablemente. Esta dolencia puede impedir a la madre el caminar o realizar cualquier actividad de la vida diaria, y un buen tratamiento manual del fisioterapeuta, complementado con el trabajo de estabilidad, suelo pélvico y control de la postura y de nuestra pelvis, mejorará los niveles de dolor (Fishburn & Cooper, 2015).
Síndrome del Túnel Carpiano
Con respecto al Síndrome del Túnel Carpiano, aunque es un mal que afecta en su mayoría en el post-parto debido a estar continuamente sosteniendo al bebé en brazos, también podemos verlo durante el embarazo. Esto está asociado al sobrepeso y la ganancia de peso gestacional, donde las madres que más peso de más ganan, poseen más riesgo de padecer este síndrome (Wright, 2014). Ya con nuestro bebé en los brazos, no podemos llevar a cabo “reposo”, pues ¿qué madre va a dejar a su bebé llorando por una molestia en la muñeca? Por esto, podemos evitar una serie de ejercicios y adaptar nuestro entrenamiento para que, sin muchas molestias durante el entrenamiento, ganemos fuerza para que todo el peso del bebé no recaiga en nuestra muñeca lesionada; así como perder el peso extra del embarazo, para que cualquier apoyo en nuestras manos sostenga menos carga.
Ligamento Redondo
Y para terminar con las afecciones que al sistema músculo-esquelético respecta, nos situamos en el útero femenino, debajo de este más concretamente. Ahí encontramos el Ligamento Redondo, y una molestia referida en la zona púbica puede deberse a la presión sobre este ligamento del peso del feto, cada vez mayor. Un mal diagnóstico puede llevarnos a una cirugía innecesaria, pues suele confundirse con hernia inguinal. La función de este ligamento no es más que mantener la ante-versión del útero, con una inclinación ventral; por ello la presión sobre este se refleja en la zona púbica. También pueden aparecer varices en dicho ligamento debido al mayor torrente circulatorio por las venas y arterias pélvicas (debido a los ajustes hormonales de la mamá) (Salati, 2011).
Provocadas por un embarazo inactivo
Por otro lado, haciendo referencia a las patologías que pueden ser provocadas por un embarazo inactivo recalcar la hipertensión y pre-eclampsia, así como la diabetes gestacional. La pre-eclampsia es una causa común del embarazo, caracterizada por una hipertensión arterial, elevada cantidad de proteína en la orina; afecta del 3 al 7% de los embarazos (cifra similar a la diabetes, del 3 al 10%), sin embargo, no es lo que más nos preocupa. El protagonismo lo toma el sobrepeso y la obesidad durante el embarazo, que supera el 20% de las embarazadas en EEUU y Australia; ya que, en España en los últimos 25 años, hemos aumentado la obesidad de un 7,4 a un 17% (INE, 2012), y si ya de por sí se presenta como factor de riesgo, durante el embarazo este factor va a promover la aparición de estas patologías. Por ello, hay que recalcar, además de llevar a cabo un programa de actividad física para evitar esa ganancia de peso extra y mantener nuestra salud cardiovascular, un especial cuidado en la alimentación, intentando saciar esos conocidos antojos de la manera más saludable que podamos.
Depresión post-parto
Para terminar, mencionar la temida depresión post-parto pues hasta el 15% de las mamás que dan a luz pueden desarrollarla, en menor o mayor medida, hasta los 3 primeros meses posteriores al parto (Torres, 2013). ¿Causas? Mil y una hormonas moviéndose a sus anchas por todo el cuerpo, un bebé creciendo en tu interior, el cambio de la rutina, no poder llevar a cabo actividades de la vida diaria… Y así una lista muy larga, que solo me hace llegar a la conclusión de que el llevar el embarazo de una manera activa, a poder ser realizando tu entrenamiento en grupo y sin dejar que todo ese peso te venza, para llegar al día del parto con toda la información posible y sabiendo, a priori, lo que se nos presenta a partir de entonces. El trabajo en grupos de entrenamiento muestra mejoras en la puntuación en cuestionarios sobre depresión antes del parto (AJ Daley, 2015), por lo que podemos aprovechar este periodo para así ganar una adherencia al entrenamiento, que nos facilitará tras el parto volver a nuestro día a día y recuperar nuestra forma.
Concluyendo, el hecho de que las mujeres tengamos la capacidad de traer una nueva vida al mundo desde el primer ser humano, no implica que debamos seguir los mismos protocolos que desde entonces. Se ha demostrado que un embarazo activo es mucho más beneficioso, tanto para la madre como para el futuro bebé; por ello, debemos informarnos bien acerca de los beneficios que la actividad física puede aportarnos y, lo más importante, hacer aquello que nuestro cuerpo nos pide. Y estoy segura que el cuerpo humano no quiere estar los siete días de la semana sentado en el sofá.
Bibliografía
AJ Daley, L. F. (2015). The effectiveness of exercise for the preventionand treatment of antenatal depression:systematic review with meta-analysis. International Journal of Obstetrics and Gynaecology.
Emily Norman, Margaret Sherburn, Richard H. Osborne, Mary P. Galea. (2010). An Exercise and Education Program. Physical Therapy Journal.
Fishburn, S., & Cooper, T. (2015). Pelvic girdle pain: Are we missing opportunities to make this a problem of the past? British Journal of Midwifery, 774-778.
Francisco M. Kovacs, Emma Garcia, Ana Royuela, Lourdes González, Víctor Abraira, and the Spanish Back Pain Research Network . (2012). Prevalence and Factors Associated With Low Back Pain and Pelvic Girdle Pain During Pregnancy. Spine Journal, 1516-1533.
Hyunju Yoo, Doochul Shin, Changho Song. (2015). Changes in the spinal curvature, degree of pain, balance ability, and gait ability according to pregnancy period in pregnant and nonpregnant women. Journal of Physical Therapy Science, 279-284.
- Martín Martín, R. Calvo González. (2014). Incontinencia urinaria en embarazo y postparto. Factores de riesgo asociados e influencia de los ejercicios del suelo pélvico. Archivos Españoles de Urología, 323-330.
Salati, S. A. (2011). Round Ligament Varicosities mimicking inguinal herniae in pregnancy – a diagnostic dilemma. African Journal of Reproductive Health, 163-164.
Torres, G. A. (2013). Depresión Postparto, Hostilidad y Hábitos de Salud.
Wallden, M. (2014). Assessing and Correcting the Middle Crossed Syndrome. Journal of Bodywork & Movement Therapies, 621-625.
Wright, C. (2014). Who develops carpal tunnel syndrome during pregnancy: An analysis of obesity, gestational weight gain, and parity. Obstetrics and Gynecology, 90-94.
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