Nuestra sociedad ha sufrido un duro golpe en el que ha quedado de nuevo claro la importancia de la actividad física y su impacto en la salud.
Ya sabíamos que unos buenos niveles de composición corporal, niveles de fuerza y un elevado nivel de consumo máximo de oxígeno, son claves para mantener unos buenos niveles de salud, a lo que se ha unido el enorme efecto protector frente a la pandemia del COVID-19, ya que el virus es más problemático en pacientes que presentan una serie de comorbilidades, entre las que se encuentran diabetes, hipertensión, patologías cardiovasculares e inflamación crónica, además de la prevalencia de mortalidad en pacientes mayores donde los niveles de fuerza (dinapenia), masa muscular (sarcopenia) y fitness cardiorespiratorio, son más bajos. (Jimenez-Pavon et al., 2020)
La gran mayoría de estas complicaciones están asociados a un exceso de masa grasa, que está treméndamente ligado a esa inflamación crónica que pone en jaque al sistema inmune (Laurssen & Maffetone 2019)
De hecho surge un nuevo término para denominar este exceso de grasa patológico, «over-fat», que hace referencia a toda aquella población que tenga un exceso de grasa, aunque tengan otros valores en niveles normales como el peso o el IMC, siendo estos niveles de grasa un factor que aumenta el riesgo de padecer una serie de patologías cardiometabólicas. Autores como Maffetone & Laurssen estiman que hasta un 76% de toda la población podría encajar en el perfil de «over-fat».
Por ello esto es un momento clave para promover y promocionar una correcta programación de entrenamiento, ya que parece claro que las recomendaciones genéricas de niveles de actividad física no están siendo las suficientes o las correctas.
Es ahí donde entra en juego el papel del entrenador personal, preparador físico, educador físico,… sea cual sea la definición está claro que va tener un papel clave en la nueva sociedad post COVID-19.
La ciencia ha demostrado la importancia de la figura del profesional del ejercicio por dos motivos principalmente.
Un mayor conocimiento de la dosis de ejercicio necesaria para el cumplimiento del objetivo del cliente/paciente y por lo tanto un mayor cumplimiento de la programación del entrenamiento.
Una mayor adherencia al entrenamiento y mayor significancia del cambio de hábitos hacia unos más saludables (McClaran 2003).
La figura del entrenador ha demostrado una mayor eficacia en la mejora de ciertos parámetros frente al entrenamiento por libre, como la pérdida de grasa (Byrne et al., 2006), el aumento de fuerza (Ratamess et al., 2006) y la hipertrofia (Mazzetti et al., 2000), justo las variables más relacionadas con la aparición de enfermedades, que pueden empeorar el virus y aumentar la mortalidad del mismo.
Además, se ha visto que los entrenamientos por libre no son suficientes para el control de la glucemia en pacientes con diabetes tipo 2 incluso después de un periodo de entrenamiento supervisado, debido entre otras cosas a la falta de adherencia (Dustan et al., 2005).
A esto se le suma que durante el proceso de hospitalización e inmovilización tanto la fuerza como la masa muscular se ven reducidas debido al reposo (Ancum et al., 2017).
De hecho la fuerza ha demostrado ser un fuerte predictor de mortalidad por cualquier causa, por lo tanto unos niveles bajos de fuerza aumentan la mortalidad independientemente de la masa muscular (Metter et al., 2002).
¿Qué puede hacer un profesional
por ti?
En ENSASPORT somos conscientes de todo esto, por ello además de proporcionar servicio de entrenamiento personal donde cubrir todas las necesidades y llegar de forma segura y eficiente al objetivo del cliente, también tenemos el servicio FUNDAMENTALS, en el cual llevamos a cabo entrenamientos en grupos reducidos con 3 objetivos principales:
–Mejorar el consumo máximo de oxígeno
–Aumentar la fuerza
–Conseguir una composición corporal
óptima
Todo ello lo conseguimos mediante la unión de entrenamiento de fuerza y entrenamiento cardiovascular de alta intensidad (lo denominado entrenamiento concurrente), en el cual utilizamos ejercicios multi articulares alternados con intervalos de alta intensidad, con la intensidad y la fatiga óptima para la consecución de objetivos. Además, al utilizar grupos reducidos nos aseguramos la correcta ejecución de los ejercicios y un entrenamiento seguro, fomentamos la cohesión de grupo y la adherencia al entrenamiento, lo cual es clave para cumplir con la misión de la empresa y promover el cambio hacia un estilo de vida más saludable.